Sebastián Atienza y Carlos “Charly” Aguinsky siempre fueron colegas, aun antes de conocerse. Como bartenders, se empezaron a cruzar en eventos y viajes para promocionar las marcas que los sponsoreaban. En ese entonces, Atienza era embajador de Campari y Aguinsky, del whisky Monkey Shoulder. Las actividades en común fueron el espacio propicio para forjar una amistad y, posteriormente, una sociedad en conjunto.
Si bien ambos soñaban con tener un bar propio, no pensaban en cualquier espacio, sino en un lugar que estuviera basado en el concepto de hospitalidad y servicio, que propiciara la idea de comunidad y que volviera a poner al cliente en el