Esta entrevista se realizó por Zoom: yo en mi casa, en el norte de Londres, y Nick Krygios en la suya, en Sídney (Australia). También conocido como “el chico malo del tenis”, este australiano, hijo de padre griego y madre malaya, ha alcanzado casi la notoriedad de McEnroe por sus exabruptos contra los rivales, pero aún más por sus arrebatos contra los árbitros y los aficionados. Un jugador reconocido como uno de los mejores talentos naturales que jamás haya visto este deporte, pero sobre el que los comentaristas se lamentan constantemente por su “incapacidad para explotar su verdadero potencial”.
Después de todo, es uno de los dos únicos jugadores, junto con su compatriota Lleyton Hewitt, que han ganado los primeros encuentros de su carrera contra los tres grandes del tenis moderno –Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic–, lo que hacía presagiar que se estaba gestando un campeón del mundo. Ha ganado muchos torneos, pero hasta ahora no ha conquistado ningún Grand Slam. Lo más cerca que estuvo de levantar un trofeo en un grande fue en Wimbledon el año pasado, cuando ganó el primer set a Djokovic, antes de perder los tres siguientes. Ahora, a los 28 años, aún tiene tiempo, pero ha estado recuperándose de una lesión de larga duración que le ha permitido ponerse al día en otros aspectos de su vida. Tampoco le importa no aceptar la oferta de Djokovic de ser su entrenador. De hecho, Nick es el único jugador de élite que se niega a tener un entrenador, pues insiste en que él sabe cómo sacar lo mejor de sí mismo.
Hasta ahora, solo le conocía por su forma de jugar y por sus polémicas fuera de la pista, incluida una acusación de agresión contra su exnovia Chiara Passari (que luego fue desestimada), un récord de multas en el ATP Tour, además de por escándalos como escupir a un aficionado, ‘masturbar’ botellas, tirar sillas y llamar a un árbitro “puto subnormal”. Así que