Dicen de ella que es la ciudad medieval mejor conservada de Europa. No en balde su casco histórico ha sido declarado patrimonio de la humanidad y, aunque muchos la tengamos tan cerca que podemos ir y venir en el día (no se necesita mucho más para ver lo más importante), merece la pena pasar una noche allí para ver cómo el sol cae tras la muralla. Y sin duda tiene uno de los crepúsculos más bonitos que he contemplado sin el mar de fondo.
En mi caso, salgo de Madrid para recorrer los que te recogen con determinación hasta el volante forrado en cuero con pespunte rojo. Así, jugando a trazar cada curva y acelerar en cada recta, cuando nos vamos a dar cuenta nos plantamos ante la muralla.