El lector echará sin duda en falta tres títulos capitales para este tema: Terror en Amityville (Stuart Rosenberg, 1979), basada en un suceso que consiguió amplia cobertura en las páginas de la prensa especializada en fenómenos extraños, estuvo ya hace unos meses en esta sección cuando la dedicamos a exorcismos y exorcistas. No he querido repetirla, del mismo modo que la Capilla Sixtina del cine terror, El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), es otra habitual de nuestras páginas y vídeos que he preferido obviar para dar paso a títulos menos tratados. Ocurre otro tanto con Poltergeist: fenómenos extraños (Tobe Hooper, 1982), producida por Spielberg con el tono de E. T. y Los Goonies. Igualmente imprescindibles son dos producciones españolas: Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), y El orfanato (J. A. Bayona, 2007), junto con dos películas dirigidas por Guillermo del Toro: El espinazo del diablo (2001) y La cumbre escarlata (2015).
Además, hay que recordar House, una casa alucinante (Steve Miner, 1985), que cabalgando a medio camino entre el terror y la comedia consiguió ser un éxito del cine de los ochenta e incluso se reprodujo en tres secuelas, aunque a decir verdad el original tampoco tuviera tanta materia prima para explotar o explorar, House 2, aún más alucinante (1987), House 3 (1989) y la producción para explotación directa en el mercado del vídeo House 4 (1992), que recuperó al protagonista de la original, William Katt, célebre por su papel secundario en Carrie, y protagonista en la serie El gran héroe americano.
Otro título que tener en cuenta es la producción mexicana La mansión de la locura (Juan López Moctezuma, 1973), que adaptó el relato El sistema del doctor Tarr y el profesor Fether, de Edgar Allan Poe. Tres años más tarde se estrenó La mansión de los condenados (Michael Pataki, 1976), queañadía terror médico y oftalmología con Gloria Grahame y en su lanzamiento en VHS en el mercado británico se rebautizó con un título aún más contundente: Mansión Masacre. Fue la primera película de la productora Full Moon, veterana en el cine de terror de serie B y Z. Y, hablando de mansiones, La mansión (Armand Weston, 1981), recurrió al argumento repetido de esta corriente temática: escritor de novelas de terror que se retira a una mansión remota para concentrarse, y elige un antiguo burdel, donde empieza a ver fantasmas. En La centinela (Michael Winner, 1977), un director más afín al cine de acción, pero siempre atento a cualquier trabajo que pueda pescar en modo artesano cinematográfico, sigue la pista argumental de La semilla del diablo de Roman Polanski y nos cuenta lo que le pasa a una joven intrépida que se muda a un apartamento de un edificio maldito.
Finalmente, el cine de explotación italiano, siempre bien dispuesto a rebañar el cazo de los grandes éxitos del cine estadounidense aportando otra vuelta de tuerca exótica a estas o cualesquiera otras propuestas, propusieron sus curiosas variantes al asunto en Aquella casa al lado del cementerio (Lucio Fulci, 1981), mezclando elementos de las tramas de asesino psicópata del giallo e incluso incorporando algunas pinceladas en modo Frankenstein, y el hijo del maestro del género de horror Mario Bava trasladó este tipo de tramas de las mansiones primero a un cine y luego a una torre de diez pisos, combinando demonología con canibalismo y ataques en horda que recuerdan las películas en zombis en Demons (Lamberto Bava, 1985) y Demons 2 (Lamberto Bava, 1986), las dos con colaboración de otro maestro del género, Dario Argento, en el guion.
En Asia hay variantes curiosas como la coreana (Dae-wung Lim, 2017), con una madre y esposa condenada por la muerte de su marido y la desaparición de su hijo que regresa de la película venezolana (Alejandro Hidalgo, 2013).
