LAS MEJORES PELÍCULAS DE LA DÉCADA 1971-1980
Curiosamente, en Estados Unidos la década de 1970 saludó la llegada de la primera grabadora y reproductora de videocasete Betamax de Sony, que apareció en 1975, y el estudio Paramount fue el primero en lanzar su biblioteca de películas en videocasete, seguido en 1977 por 20th Century Fox; el formato VHS se creó en 1976 y empezó a contar con títulos en 1977.
Pero en España seguimos consumiendo cine principalmente a través de las dos únicas cadenas de televisión que existían, ambas de Televisión Española, que proyectan bastante cine en la pequeña pantalla. En algún momento llegó Chicho Ibáñez Serrador presentando su ciclo de películas de terror en la segunda cadena los lunes por la noche, mientras que la noche de los martes en la primera podían estar dedicados a ciclos de algún actor (Marlon Brando, por ejemplo, protagonizó uno particularmente interesante), y los jueves noche y los domingos noche en la segunda cadena se abría espacio a cine menos comercial, de autor, y a un abanico de nacionalidades más amplio que por ejemplo permitirá ver cine japonés de Mizoguchi, Ozu, Kurosawa. Los sábados en la sobremesa y por la noche estaban ocupados por largometrajes. Así que el cine, y con él la creación de una cultura cinematográfica en el espectador, es pieza fundamental de la oferta de ocio audiovisual en ese momento.
Cine de explotación en programa doble
Pero además el aficionado va al cine. Mucho. Llena salas gigantescas para ver películas de todo tipo. Y en el caso de España hablamos de cines de estreno conviviendo con cines de programa doble, de sesión continua, de barrio, a los que se añaden los cinestudios, que llegaron a proponer sesiones de tres películas, de forma que entrabas a las cuatro de la tarde y salías cerca de las diez de la noche por un precio módico. Es lo que popularmente se conoce como «echar la tarde» en el cine. Porque las sesiones continuas permiten que entres con una de las dos películas del programa ya empezada y después de ver la segunda te quedes a ver el principio que te perdiste de la primera, o si te gustó, la repitas entera.
Si mal no recuerdo en los setenta, y dependiendo de la zona, ir al cine en tu barrio a ver una sesión continua de un par de películas te podía costar unas 50 pesetas (15-30 céntimos), y las salas de estreno iban de 75 a 175 pesetas (45 céntimos-1 euro, más o menos). El precio de la entrada variaba del patio de butacas al entresuelo. Y todavía ponían el noticiario NO-DO antes de la película o películas.
Entre la propuesta más popular en los cines reinaba un cóctel que en algunos casos anticipaba características del cine de blockbuster de la década siguiente: el cine de catástrofes repleto de estrellas coincide así con una auténtica invasión de filmes de artes marciales, con el reinado del mítico Bruce Lee como referencia esencial; el cine de blaxploitation con la comunidad afroamericana estadounidense como protagonistas se da la mano con las películas del planeta de los simios; el relevo de Roger Moore por Sean Connery en las películas de 007; el cine de terror español capitaneado por Jacinto Molina (Paul Naschy) y su mítico licántropo, las películas de terror de la Hammer Films, el giallo italiano, los terrores de Dario Argento, son vecinos del espagueti wéstern hispano-italiano, las películas de espada y sandalia del péplum protagonizadas por culturistas musculosos y féminas con ropa vaporosa; una ciencia ficción pesimista frente a un futuro que se presume oscuro y apocalíptico (El último hombre vivo, Cuando el destino nos alcance, La fuga de Logan, Nueva York año 2012, El planeta de los buitres, Solaris…) comparte cartelera con fenómenos inicialmente prohibidos en los cines de nuestro país como El último tango en París (1972) o Emmanuelle (1974), que llevarán a algunos españoles de ánimo más inquieto a cruzar los Pirineos estimulados por el morbo más que por su curiosidad cinéfila.
La cartelera de los cines españoles es testigo del final del franquismo y de la llegada de la transición democrática, pero cuando empieza la década todavía se aplica la censura y se cortan escenas, aunque paulatinamente se abrirá paso el fenómeno del destape, junto al cine quinqui capitaneado por Perros callejeros (1977), y Pilar Miró se enfrentará a un juicio militar por El crimen de Cuenca (1980), después de ganar el Oso de Oro en el Festival de Berlín.
Hollywood: de la crisis al blockbuster
La década de los setenta se había iniciado en el cine estadounidense con Hollywood presa de problemas financieros serios y una indefinición de producto que era también crisis del modelo artístico. Pero además la década iba a quedar marcada por una mayor libertad en el uso del lenguaje, la sexualidad y la violencia, el movimiento de los derechos civiles, las drogas y otros aspectos de cambio social que quedaron reflejados en las ficciones cinematográficas junto a la crisis del petróleo y el miedo a la rebelión de la naturaleza ante el expolio a que estaba siendo sometida por el hombre.
En ese paisaje, Hollywood se reinventó mientras empezaba a operar una nueva generación de jóvenes directores, el nuevo Hollywood, que había empezado a operar en los setenta y que como fenómeno alcanzó los años ochenta, los también llamados , renaciendo de las cenizas del sistema de estudios, aunque desde una perspectiva actual y teniendo en cuenta que la década de los setenta acabó entregada a la explotación del prologado por los éxitos de y e iniciado con (), y nos pueda parecer que finalmente el esquema del cine de los grandes estudios encontró la manera de volver a ser plenamente operativo en sus características fundamentales y recuerda aquello que señalaba la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que llevó al cine Luchino Visconti: cambiar todo para que todo siga
