PABLITO FUE EL PRIMER LEÓN que había visto de cerca. El cachorro tenía unos cuatro meses y se me acercó desde un cuarto oscuro en su recinto en el New Hope Centre, una unidad de rehabilitación de vida silvestre en Amán, Jordania. Se detuvo de golpe y se me quedó viendo. Su mirada parecía triste y vulnerable, como si intentara decirme algo en un idioma compartido sin palabras. De pronto me sentí responsable de contar su historia.
Antes de conocer a Pablito, en 2018, iba en camino para fotografiar a una niña de nombre Zahra. En aquel entonces, ella tenía siete años y era una refugiada siria que vivía en un asentamiento de carpas en Jordania. Desde 2001 había utilizado mi cámara para contar historias de esperanza, resiliencia y supervivencia. Una y otra vez había visitado lugares devastados por el conflicto y otros donde quienes habían huido de zonas de desastre luchaban