El gran maestre de una logia masónica, consumado alquimista y nigromante, erige un templo católico que está repleto, en realidad, de símbolos ocultos y siniestros artefactos, eternamente iluminados por unas misteriosas lámparas que dispensan una luz perpetua. Parece el argumento de una saga de Steven Spielberg, y, de hecho, ha inspirado ya alguna novela histórica.
La capilla Sansevero, en Nápoles, recibe más de setecientos mil visitantes al año, atraídos, en parte, por la belleza de sus esculturas, entre las que destaca el espectacular de Giuseppe Sanmartino, y en parte, también, por la leyenda que rodea este santuario, hoy desacralizado. Por supuesto, no hubo nada sobrenatural en su construcción, salvo la energía casi sobrehumana del hombre