En 2018, durante un viaje a su patria ancestral, Alexandr Wang escuchó cómo los ingenieros más brillantes de China daban impresionantes presentaciones sobre inteligencia artificial. Le pareció extraño que los investigadores evitaran expresamente cualquier mención sobre para qué podría usarse la IA. Wang, cuyos padres inmigrantes fueron físicos nucleares en el Laboratorio Nacional de Los Álamos (donde se diseñaron las primeras bombas atómicas) se revolvió inquieto. “Tenían muchas dudas acerca de sus posibilidades de uso”, recuerda Wang, actual cofundador de Scale AI. Por quel entonces, Scale era una startup prometedora que brindaba servicios de datos principalmente a los fabricantes de automóviles autónomos. A Wang le empezó a preocupar que la IA pudiera cambiar un orden mundial que (salvo por la caída de la Unión Soviética, en 1991) se ha mantenido bastante estable desde la Segunda Guerra Mundial. “Si piensas en la historia de la humanidad, casi siempre ha estado marcada por las guerras, excepto los últimos 80 años, que han sido inusualmente pacíficos”, explica a Forbes desde el sexto piso de la sede de Scale en el centro de San Francisco. “Mucho de eso se debe al liderazgo de EE UU en el mundo”.
A primera vista, Wang, de 26 años, emana la energía asustadiza de un recién graduado universitario. Escucha a músicos como Gracie Abrams y Billie Eilish y se viste a lo una tendencia de moda de estilo montañero. Publica en Instagram junto a la actriz Kiernan Shipka (la Sally Drapper de y suelta perlas concisas en su cuenta de Twitter: “Los mejores problemas solo se pueden resolver con sangre, sudor, lágrimas, espíritu y un