HAY COSAS QUE NUNCA CAMBIAN: “Tu startup debe ser una comunidad en la que no existan distinciones sociales y donde el primero en llegar al estacionamiento toma el mejor lugar, sin espacios reservados. En el que ni siquiera el director general lleva saco o corbata y, en su lugar, viste unos shorts caqui”. Era 1983 y Tom Wolfe, en su último artículo para Esquire, relataba los orígenes de los transistores, de microchips, computadoras, tecnología de la información. Contaba los orígenes y la ideología de Silicon Valley.
Todavía no eran ni los años 70 y entre Palo Alto y Mountain View, en la bahía del sur de San Francisco, se desarrollaban una serie de feroces startups informáticas (que se sumaban a otras ya presentes como Hewlett-Packard) para empezar a tomar el lugar de los huertos de peras, albaricoques o ciruelas que hasta entonces dominaban el “Área de la Bahía”.
Al mismo tiempo, el estilo tradicional e ins-titucional que caracterizaba a las empresas de la costa este –saco y corbata, limusina con chofer y oficinas de gran alturafue reemplazado por un estilo informal e igualitario, casi inevitable en un estado como California, que en esos días se daba a conocer en todo el mundo primero por la generación, pero también por las luchas de los derechos civiles, los surfistas, los Easy Rider y por sus serigrafiados personalizados.