LOS TIEMPOS
Roma.- En la estación de Przemysl, fronteriza entre Polonia y Ucrania, apenas hay rastro de trabajadores humanitarios.
El campamento delante del cercano pinito de Medika, antes bullicioso, también lia sido prácticamente desmantelado.
De las tiendas de campaña, que por casi mi año después del 22 de febrero de 2022 -día de inicio de la invasión de gran escala de Rusia- exhibieron carteles de instmcciones para pedir protección y encontrar refugio en Europa y Estados Unidos, también quedan poquísimas. Allí, en el lado polaco, conseguir un taxi incluso es difícil. En ambos lados del confín despuntan casi sólo mi piado de agencias internacionales y gmpúsculos de activistas religiosos, algunos muy variopintos.
La cola humana de viajeros, que con esñierzo arrastran a pie sus equipajes, está integrada casi exclusivamente por ucranianos. Ya cruzan también menos periodistas y casi todos los que lo hacen ya conocen el protocolo y se mueven rápido. En el pequeño edificio del primer pinito de control de pasaportes