El cazador de recompensas
Dead for a Dollar (EE. UU., Can., 2022, 107 min.).
Dir.: Walter Hill. Int.: Christoph Waltz, Willem Dafoe, Rachel Brosnahan, Warren Burke, Benjamin Bratt, Hamish Linklater. WESTERN.
Haciendo de la necesidad, virtud, y del bajo presupuesto (con B, de Boetticher), cláusula de estilo y marco moral-expresivo, Walter Hill vuelve a su terruño, el western, con una propuesta anclada no tanto en la esencialidad genérica, que también, sino sobre todo en la desnudez y frontalidad de enunciación de quien no tiene tiempo que perder en circunloquios bienquedas y protocolos ajustados a una época que ya no es la suya (no la del Oeste pseudolegendario, sino el ‘ahora’). En un dilatado itinerario por espacios vacíos al filo de la abstracción escénica, que por un lado recuerda al Monte Hellman de la casi beckettiana The Shooting (1966) y, por otro, a las dinámicas de grupo de los westerns con aliento literario de Richard Brooks o Robert Aldrich, y, cómo no, a la coreografiada operística de Leone, El cazador de recompensas exalta la iconografía austera de la Serie B de pistola, sombrero y caballo (esta vez el árido desierto de Chihuahua, y no el rocoso del Mojave), llegando a límites de depuración representativa en verdad chocantes hoy día.
La última frontera. Certero como siempre en una puesta en escena tan desarmantemente honesta que a menudo apenas consiste en alternar de manera consecuente tomas generales y primeros planos, Hill gestiona las geometrías de los entornos en relación con cada hilo narrativo, tejiendo, a la postre, una suerte de teatro del absurdo (violento, por supuesto) que invoca sentimientos de pérdida, desvarío, amenaza o nostalgia, en función de las coyunturas psicológicas y arcos emocionales de
unos personajes hechos con engrudo de testosterona y jugo de estrógenos, anarquismo sonriente, existencialismo curtido al sol y rabia de uñas afiladas. Y una vez más en la obra del director tanto de la lejana y mítica The Warriors (1979) como de la poco ensalzada aunque soberbia miniserie Los protectores (2006), las dinámicas de la tragedia griega están ahí para iluminar, con matices, temas cuya percepción podría, en el peor de los casos, resultar demasiado contemporánea, por coyuntural. Véase aquí, una mirada a las luchas femeninas y raciales que incluso entronca con la naturaleza original del western como género, por no decir producto, estadounidense por excelencia, y como artefacto narrativo capaz de reflexionar críticamente sobre los propios valores fundacionales de la nación.
Antonio Trashorras
Entrevista con Christoph Waltz en pág. 64
ESTRENO: 5 MAYO
PARA WESTERNÓFILOS DE LOS DE LANZA EN ASTILLERO.
Lo mejor: un reparto con la mezcla perfecta de físicos, estilos, edades y razas.
Lo peor: lo poco que nos queda de gente como Walter Hill.
La hija eterna
(R. U., Irl., EE. UU., 2022, 96Joanna Hogg. Tilda Swinton, Joseph Mydell, Carly-Sophia Davies.