CHILPANCINGO, GRO.- La noche cayó y comenzaron a moverse entre las sombras. Era el tercer miércoles de octubre de 2016 en Nuevo Balsas, municipio de Cocula. El propósito del grupo de habitantes era simple: reunirse, hablar y acordar acciones contra la minera canadiense Torex Gold Resources, un complejo trasnacional al que la Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) define como un “ejemplo del significado de una empresa violenta”.
Para entonces la empresa llevaba seis meses formales de operaciones en los tajos El Limón y Guajes, a través de la Minera Media Luna, que funciona como una subsidiaria del consorcio canadiense. Fue descubierta varios años atrás –en marzo de 2012, según se lee en el sitio web de la empresa–, pero inaugurada el 28 de abril de 2016.
Esta explotación a cielo abierto, particularmente de oro, incluye a las comunidades de Atzcala, Nuevo Balsas, La Fundición y Real de Limón –las dos últimas, reubicadas para dar el espacio necesario a la explotación minera–, todas de Cocula, a la ribera del Balsas.
En ese entonces, el gobierno federal destacó los 800 millones de dólares inver tidos en esa planta minera y “el desarrollo que arrojaría” esa inversión.
Pero los habitantes de Nuevo Balsas pronto vieron un escenario distinto al que anunciaron en el acto oficial de inauguración: enfermedades que asocian a la explotación a cielo abierto, disminución en la producción de la mojarra, pues, vivían de pescar y