EL 15 DE SEPTIEMBRE DE 1991, el mismo día que se conmemoraba el 110 aniversario del nacimiento de Ettore Bugatti, Romano Artioli (Moglia, 1932) presentó el superdeportivo EB110 en París. Naturalmente aquello supuso también el renacimiento de la marca Bugatti y fue un día inolvidable para el empresario italiano, que había soñado con este momento prácticamente desde que era un niño. El evento comenzó a los pies del Arco de La Défense, con la presencia de personalidades como Alain Delon, Otto de Habsburgo o Michel Bugatti, hijo menor de Ettore. Después el EB110 y otros modelos clásicos recorrieron los Campos Elíseos, y más de 1.700 invitados lo celebraron en Versalles.
Hasta llegar a ese punto, Artioli había trabajado mucho. Nació cerca de Mantua, localidad natal del legendario piloto Tazio Nuvolari, y creció fascinado por los coches de carreras. Comenzó como mecánico con 17 años y luego estudió ingeniería mecánica. Tenía solo 20 años cuando cerró Bugatti, en 1952, y fue entonces cuando pensó: “siimportador de coches japoneses para Italia y comenzó con Suzuki. También fue concesionario Ferrari, de modo que tenía un profundo conocimiento del mercado de los deportivos de alto nivel. Su éxito en los negocios le permitió atesorar una buena colección de coches clásicos, entre los que por supuesto había numerosos Bugatti. De esa manera tan directa aprendió a valorar la excepcional calidad de aquellas máquinas. A mediados de los 80 empezó a negociar con el Gobierno Francés para comprar la marca Bugatti, hasta lograrlo en 1987. Quiso revivir la marca en la localidad de Molsheim, donde Ettore Bugatti la fundó en 1909, “pero en aquella época, en la región, no había los ingenieros especializados necesarios”.