Segunda vida
CUARENTA GRADOS y subiendo. Hace tanto calor dentro de la vieja factoría de Bugatti en Campogalliano, cerca de Módena (Italia), que la pintura debería despegarse de las paredes. Pero Stefan Winkelmann, el presidente de Bugatti, parece inmune a las alta temperatura, y eso que lleva corbata y chaqueta. Ni un pelo fuera de su sitio ni una gota de sudor en la frente. Quizá está acostumbrado porque nació en Berlín pero creció en Roma. Estuvo 11 años como CEO de Lamborghini, muy cerca de aquí, en Sant’Agata, y ahora preside Bugatti, tras un breve periodo como jefe de Audi Sport. “Me dio pena abandonar Lamborghini, pero no Audi”, reconoce. Aunque Winkelmann es demasiado modesto como para admitirlo, si hoy estamos en la vieja factoría de Bugatti se lo debemos solo a él. Y estamos tratando además de un coche que, hasta ahora, el grupo Volkswagen había preferido olvidar. También hablaremos del nuevo Bugatti Centodieci pero, para entenderlo, primero debemos conocer su fuente de inspiración.
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