Siempre que surge algo nuevo, sea un producto, un servicio, una tendencia o un fenómeno, se abre un periodo de experimentación, de ensayo y error. Hoy en día, ir a una tienda a comprar un videojuego es algo normal, pero, hace algo más de 50 años, era algo que no existía como tal. Y, apenas once años más tarde, casi estuvo a punto de dejar de existir. Todo empezó tras el lanzamiento de la primera consola, Magnavox Odyssey, que llegó a las tiendas americanas en 1972 y fue el pistoletazo de salida de la incipiente industria del videojuego. Ese mismo año, también se lanzó Pong, uno de los primeros videojuegos arcade, en formato de máquina recreativa, creado por Atari. Esta joven compañía se convirtió en una de las que más rápido crecieron en los Estados Unidos de los 70. Tras la recreativa de Pong, creó versiones domésticas que se conectaban a la televisión y, tras éstas, su primera consola con cartuchos intercambiables.
El éxito: Atari VCS
Su crecimiento fue tan bestial que, en 1976, el fundador, Nolan Bushnell, vendió la empresa a Warner. Fue entonces cuando el músculo de la compañía se tensó, de cara al lanzamiento de Atari Video Computer System (Atari VCS). Aunque otras consolas, como Fairchild Channel F, también apostaron por los cartuchos intercambiables, lo cierto es que el formato se popularizó gracias a Atari, que logró unas cifras de venta importantes (10 millones de consolas distribuidas en 1982). Por el camino, fue logrando hitos importantísimos, como obtener la licencia de Space Invaders, la de … Atari hizo tanto ruido, y atrajo tanto los focos, que, incluso, se realizaron las primeras adaptaciones de películas a videojuegos, como fueron los casos de (de ) o , por mencionar dos de los ejemplos más paradigmáticos. Pero, claro, este éxito no pasó inadvertido.