Dicen que “infancia es destino” y para los royals no es la excepción. Aunque su educación es vigilada con estricto protocolo, no todos han tenido la suerte de crecer rodeados de amor y dicha. Algunos miembros de la realeza han pasado por eventos traumáticos que han marcado su vida; algunos más resintieron la ausencia de sus padres y otros maduraron bajo el cuidado de tutores o nanas que les impartieron una disciplina estricta. Esta es su historia.
FELIPE DE EDIMBURGO
Su niñez no implicó ninguno de los lujos y placeres que más tarde disfrutaría como duque de Edimburgo: para escapar de los antimonárquicos que perseguían a su padre, el príncipe de Grecia, el pequeño Felipe fue colocado dentro de una caja de naranjas y sacado de contrabando de la isla de Corfú, a bordo del famoso buque de guerra británico HMS Calypso. Entonces era un bebé, pues tenía un año de edad.
Nacido en la hermosa isla griega de Corfú el 10 de junio de 1921, Felipe, hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, y de la princesa Alicia de Battenberg, era el sexto en la línea de sucesión al trono griego. Su