Escribió Nietzsche que si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada, y últimamente la está devolviendo a los exploradores a través de las ventanillas del sumergible de profundidades máximas Limiting Factor, operado por la empresa estadounidense de exploración Caladan Oceanic y diseñado por Triton Submarines. Desde 2018 ha realizado docenas de inmersiones tripuladas a los puntos más profundos del océano, en la llamada zona hadal, una enorme extensión de mar que abarca todo aquello que está por debajo de los 6,000 metros.
Esto incluye las enigmáticas trincheras hádales, una serie de al menos 37 largas y angostas depresiones esparcidas en el lecho marino, algunas de casi 11,000 metros de profundidad. Este vasto reino no sólo representa uno de los hábitats geológicamente más activos de la Tierra, sino que es uno de los temas más interesantes de la ciencia oceánica actual, pues además de todas sus características, lo que sucede allí es crucial para la regulación del clima global.
Los extraordinarios ecosistemas dentro de las fosas hadales, que son el opuesto a los “everests” de tierra firme, están sometidos a una brutal presión hidrostática, a la oscuridad permanente, a una geología inestable y a la escasez de alimento. Aun así, están lejos de estar vacíos. En realidad, allí hay vida -en mayor abundancia y endemismo de lo que hasta ahora se venía suponiendo-, misterio y una extraña belleza.
Hubo un tiempo en que se pensó utilizar las fosas marinas como basurero de desperdicios nucleares y farmacéuticos. Ahora, gracias a la tecnología, que incluye equipos capaces de aguantar una tonelada de presión por centímetro cuadrado, estamos viendo un renacer del interés en la exploración del Hades y en su conservación. De hecho, la ciencia hadal viene creciendo exponencialmente en los últimos 30 años, y ahora