EL OBJETO
“YA NO ME PUEDES MENTIR, he visto tu pasaporte”, le cantaban Los Brincos a un amor que exageraba su edad. Durantedades extranjeras que ellos sí eran ciudadanos británicos (con los beneficios que aquella distinción aportaba). Hasta la Primera Guerra Mundial, en general, apenas se necesitaba pasaporte para moverse por Europa. Viajar era una rareza y casi nadie requería su uso. Tras la contienda, sin embargo, los gobiernos introdujeron este tipo de documentos por razones de seguridad y también para controlar el flujo de poblaciones emigrantes. Hasta tal punto se complicaron las cosas que –en 1920– la Sociedad de Naciones celebró una conferencia internacional para fijar su oficialidad, su emisión legal y su uso coordinado, unas directrices generales que –aunque algo más desarrolladas– aún se mantienen en vigor.