Me han pedido que escriba sobre los Goya, aunque tenga poco que decir. Es como mínimo desconcertante el reconocimiento tan dispar que ha recibido Pacifiction, el último film de Albert Serra, por parte de dos academias geográficamente vecinas, la del cine español y la del cine francés. La legitimidad de los votos de sus miembros, tanto de una como de la otra, es incuestionable.
El pasado 30 de noviembre, parte del equipo estábamos de celebración en la sede de Andergraun Films, porque esa misma mañana, Albert el primer film del realizador catalán, con el Premio Lancia a la Mejor Película– por otro a París. El coproductor y la distribuidora franceses habían insistido en que asistir a la gala de los Prix Louis-Delluc, como el Goncourt del cine, era importante. A pesar de la fatiga acumulada desde su selección en la Competición Oficial de Cannes 2022 y las innumerables horas de entrevistas promocionales, presentaciones, coloquios en festivales y en estrenos internacionales –desde Nueva York a Viena, pasando por Tesalónica, Lausana, Lanzarote, Ginebra, Los Ángeles, Morelia, Estrasburgo, Gante, Londres, Reikiavik, Toronto, Múnich, Tel Aviv…–, Albert aceptó la sugerencia. Al poco, esa misma mañana de hecho, se convertía en el primer español en recibir el Louis-Delluc, que premia como la mejor cinta francesa del año.