Fue activista, filántropa, mecenas de la danza, cosía y hacía punto, amaba el teatro, producía, impartía clases de interpretación. También era madre, madrastra, esposa de Paul Newman y, por encima de todo ello, una gran actriz con una tremenda carga de humanidad. Ese fue el motivo por el que dio un paso atrás en sus años fértiles para dedicarse al cuidado de los hijos propios y ajenos, dejando atrás el sueño de juventud de llegar a ser una gran estrella, aunque también lo fue a su manera.
El 27 de febrero cumple años (93), pero ella no lo sabe. Vive en el olvido, enferma de alzhéimer, al cuidado de una familia, la suya, que construyó a golpe de esfuerzo y