Los primeros seres vivos enviados al espacio fueron moscas de la fruta, junto a semillas de maíz, el 20 de febrero de 1947, sobre un misil V2 que había sido capturado por los norteamericanos a los alemanes como botín. Los misiles alemanes V2 no fueron solo modelo para EE. UU.: en la URSS también hicieron sus pinitos. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos probaron los míticos V2 capturados a los alemanes durante el conflicto. Y tras las pruebas hubo un fruto que sería, más tarde, el inicio de la conquista espacial: el misil R-1. El ingeniero ruso Serguéi Pávlovich Koroliov fue el padre de la balística soviética de la segunda mitad del siglo XX y el alma mater de la carrera espacial rusa. No solo fue uno de los que consiguieron fabricar el R-1, sino también los misiles que vendrían después, con importantes modificaciones que acabarían llevando a un hombre al espacio.
En total serían 57 los cohetes lanzados por los soviéticos con perras a bordo, aunque el número de canes fue inferior al número de lanzamientos, pues algunas repitieron viaje, a modo de cosmoperras experimentadas. Estamos hablando en todo momento de perras, no de perros, pues todos los individuos enviados fueron