“Quitar, despojar siempre. No hay más belleza que la libertad del cuerpo”. La frase, de la propia Gabrielle Chanel, fue un principio inspirador, una constante a lo largo de toda su trayectoria. Y lo demostró desde el comienzo con diseños que priorizaban la libertad de movimiento: su escándalo fue el de la sencillez, acabar con la ostentación e incomodidad con la que hasta entonces se relacionaba la alta costura.
La renovación que llevó a cabo en la moda fue más bien una revolución, un empezar de nuevo que, perfectamente, se puede decir que halló su equivalente en la figura de Isadora Duncan. Nacidas con cinco años de diferencia —la bailarina en 1878 y la modista en 1883 - ambas se encontraban a principios del XX refundando sus respectivas disciplinas. La