Akhenatón ha sido y sigue siendo uno de los faraones más fascinantes de Egipto. Ha hechizado a historiadores, egiptólogos y público en general, llegando a ser considerado un auténtico tirano, hereje, loco, precursor y revolucionario. Fundamentalmente, se le otorgan estos calificativos por enfrentarse a los máximos poderes que rigen en el firmamento: la religión y los dioses. Construyó en pocos años una nueva capital desde cero, trasladando todo el aparato administrativo a Akhetatón (conocida actualmente como Tell el-Amarna), en el Egipto Medio, y sacrificó años de historia de un plumazo, desterrando a todos los dioses y desafiando al gran sistema de la fe y las creencias que regían en el valle del Nilo. Todo ello ocurrió hace 3,500 años, durante la etapa dorada del Reino Nuevo (1550-1070a. C.).
La historia del antiguo Egipto es muy amplia, una de las más importantes de la historia de la humanidad, con sus tumbas, templos, esfinges y pirámides que han fascinado a los egiptólogos, investigadores y viajeros. Pero sin duda alguna, podemos decir que el “Periodo Amarniense ” es el que más ha captado la atención de historiadores de todo el mundo; y pese a que se han conservado gran cantidad de inscripciones, bajorrelieves y obras de arte, todavía hoy en día existen numerosas lagunas interpretativas sobre el relato exacto de los acontecimientos.
El niño rebelde
Fue hijo del faraón Amenhotep III y de la Gran Esposa Real Tiyi.