DESDE EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, LOS HISTORIADORES HAN DEBATIDO, en ocasiones hasta la saciedad, sobre los motivos que tuvieron los alemanes para abrazarse a la causa del nazismo. Nadie pone en duda que el acceso de Adolf Hitler a la Cancillería del Reich el 30 de enero de 1933 supuso el inicio de uno de los dramas más trágicos que el mundo ha conocido a lo largo de su historia.
EL ASCENSO DEL NACIONALSOCIALISMO
Sobre las causas que provocaron el ascenso del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores podemos distinguir una doble vertiente.
Por una parte, debemos de tener en cuenta la situación de debilidad que sufre la República de Weimar, ya que, después de la Primera Guerra Mundial, Alemania se ve sometida a las injustas imposiciones del Tratado de Versalles, por el que las potencias vencedoras le obligan a ceder parte de sus territorios, a pagar fuertes indemnizaciones de guerras y a reducir el tamaño de su ejército. Y, por otra, los partidos democráticos tradicionales se ven impotentes para frenar el auge de los nuevos partidos extremistas que se van a aprovechar de la gran crisis económica originada en octubre de 1929, y que tan drásticas consecuencias va a tener en Europa.
Al margen de esta interpretación, el estudio del nazismo tiene otra vertiente que aún no ha sido analizada con profundidad, aunque afortunadamente son cada vez más los historiadores que centran su atención en esta nueva realidad. Nos referimos a la naturaleza oculta y esotérica del Tercer