PARÍS.— El pasado viernes 13 el tribunal de Mitilene, Lesbos, anuló el juicio por “espionaje” contra 24 trabajadores humanitarios dedicados al rescate de migrantes en el mar Egeo. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, el Parlamento Europeo y ONG internacionales llevaban meses denunciando la iniquidad de la acusación y los múltiples fallos del procedimiento judicial, entre los cuales destaca la falta de traducción del acta incriminatoria para los inculpados extranjeros.
La justicia griega, que no se da por vencida, insiste en que sigue investigando a los mismos 24 trabajadores humanitarios por “tráfico de migrantes” y “lavado de dinero”, con miras a un segundo juicio.
El fallo del Tribunal de Mitilene y la obstinación judicial griega hubieran probablemente escapado a la atención internacional de no ser por la presencia entre los acusados de Sara Mardini, joven refugiada siria.
Junto con Yusra, su hermana menor, Sara inspiró a la cineasta Sally El Hosaini para realizar la película Las nadadoras, que se estrenó en Netflix el pasado 22 de noviembre. La cinta refleja fielmente la terrible experiencia de las dos chicas.
La vida de Sara y Yusra empieza a tambalearse en 2011 con el inicio de la guerra civil siria. Radicadas con su familia en Daraya, un suburbio de Damasco, ambas sueñan con integrar el equipo sirio de natación para participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Pese a la dramática situación que prevalece en el país, logran entrenar profesional, pero en 2015, bombas destruyen su casa y la alberca donde se foguean. Las hermanas emprenden el camino del exilio, dejando a sus padres en Siria.