Adriano, junto con su antecesor Trajano y con su sucesor Antonino Pío protagonizaron uno de los momentos más prósperos de la historia de la Roma antigua. Maquiavelo denominó a los cinco emperadores de la dinastía Antonina como «los cinco emperadores buenos» y el historiador Edward Gibbon afirmó que, bajo su gobierno, se disfrutó de «la época más feliz de la historia de la humanidad». Adriano fue una figura controvertida tanto en su época, donde no gozó de buena fama entre las fuentes pro-senatoriales como en el presente, entre los historiadores que analizan sus años de administración.
En su contra, podemos destacar la muerte de cuatro senadores en oscuras circunstancias, nada más subir al trono imperial. A ellas, hay que sumar la ejecución de varios más al final de su mandato cuando, presa de una dolorosa enfermedad de origen cardiaco, su carácter se volvió cruel e irritable. A su favor, jugó su política de repliegue militar hacia fronteras más fácilmente defendibles y el fomento del desarrollo económico, la creación y reparación de