Críticas

Babylon (EE. UU., 2022, 188 min.). Dir.: Damien Chazelle. Int.: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Li Jun Li, Jovan Adepo, Jean Smart, Tobey Maguire, Lukas Haas. DRAMA.

Kenneth Anger publicó Hollywood Babilonia por primera vez en 1959 como carta de amor envenenada a la ciudad que nunca aceptaría su sexualidad: el resultado fue una recopilación de escándalos y leyendas, muchos de ellos desmontados con los años. Aquella palpitación morbosa, puro gótico americano, es la misma que subyace en la nueva película de Damien Chazelle, y así lo demuestra el guiño al malhadado Fatty Arbuckle en su pantagruélico arranque. Babylon es un cuento cruel contado a tres voces por Walter Winchell, Louella Parsons y Hedda Hopper. Un sueño húmedo compartido por Bogdanovich y DeMille. Una relectura de El día de la langosta con alma de película pre-Code. Horace McCoy y James Ellroy danzando al ritmo Bob Fosse en una olla a presión rebosante de excesos y efectismos (también humor negro, claro), a veces lindante con el Pasolini más escatológico. Un canto desafinado al mejor mal gusto, en el que Pitt y Calva poco tienen que hacer frente a una Margot Robbie que se bebe cada plano en copa de champaña, poseída por los espíritus de Gloria Swanson, Clara Bow y Paulette Goddard.

That’s Entertainment! Ponche orgiástico y lisérgico, irritante e hipnótico a partes iguales, Babylon solo pierde algo de fuelle en su segunda mitad, cuando intenta mostrarnos las consecuencias del carnaval de atrocidades. Juega un poco al Anderson de Boogie Nights (1997), pero se las ingenia para esquivar el moralismo que habría dado al traste con su esencia. Chazelle demuestra que sus criaturas le importan lo justo (como a nosotros), que son colaterales daños en favor de un espectáculo que debe continuar. Y que

no hay nada más vulgar que la fábrica de los sueños ni nada más bello que doblar la servilleta dejando un bonito cadáver.

Los felicies 20. Seña de identidad del director de Whiplash, la película no adquiere su completo sentido hasta el epílogo. Es entonces cuando el cineasta, al ritmo de Cantando bajo la lluvia (otra película que tiene tanto de sátira como de documento histórico), nos explica que la gran mentira del cine, pese a todo, vale la pena. Que las víctimas y los sueños rotos forman parte del juego y que las luces alimentan a las sombras. La apasionada cinefilia de Chazelle, pues, complementa y enriquece el cinismo feroz de Anger, logrando una obra que brinda sin pudor por la vanidad de los hermosos y malditos.

Pablo Vázquez.

Entrevista con Margot Robbie en pág. 58 Entrevista con Damien Chazelle en pág. 62

ESTRENO: 20 ENERO