“ESTOY CÓMODA ESTANDO DETRÁS DE LA CÁMARA, SIENDO PARTE DEL PROYECTO. ME PARECE INTERESANTE QUE SE ESCUCHE MI VOZ”
stábamos en la Embajada americana, en un cóctel que se celebraba para y con Glenn Close, cuando el redactor jefe de HARPER’S BAZAAR me propone hacer esta entrevista. Yo siempre digo sí a cualquier propuesta, por curioso y por FOMO, me abrumo después por el volumen de trabajo, pero luego todo acaba aportándome. 24 horas después, recibía wasaps y del departamento de prensa de Netflix LA y de la agente de Lily Collins en Nueva York. Los primeros, para hacerme llegar capítulos, aún inéditos, de la nueva temporada de de la que Lily es productora y protagonista. Su agente neoyorquina, para indicarme amablemente que enfocara la entrevista en su carrera y no en asuntos familiares (Lily es hija del mítico Phil Collins). Los tranquilizo advirtiéndoles que no soy periodista, sino director de cine, por lo que mi conversación con una actriz apuntaría de modo natural más al oficio que a cualquier otro asunto. Además, siendo honestos, tampoco es que haya sido un gran seguidor con Cher. (Si hubiese sido hija de la diva del pop, musa de Bob Mackie, habría sido más complicado no preguntar por su madre).