ES EL ÚLTIMO VIERNES DE OCTUBRE EN PARÍS. Una fecha comúnmente asociada con días nublados, lloviznas y temperaturas por debajo de los 15°C. Pero este año el cambio climático nos ha traído (por ahora) algo sospechosamente agradable: un cielo despejado, 23°C y nuestra última oportunidad para pedir un iced latte antes de la temporada oficial del vin chaud.
Son las tres de la tarde y recibo una llamada de un número desconocido. Normalmente, la habría ignorado, pero sabía con seguridad que se trataría de Lucas y no me equivoco. Encontrar un spot libre en donde estacionar su Cityscoot va a costarle un par de minutos de retraso. Nada grave. Poco sabría él que entre la escasez de combustible en Francia y la huelga de la misma, mi bicicleta y yo estaríamos llegando casi al mismo tiempo que él a nuestro punto de encuentro.
Mientras espero al actor de Emily in Paris (valga la redundancia) me distraigo un poco observando a las personas que llegan al restaurante del Hotel Hoxton, el venue para la entrevista. Y pienso en el momento de indecisión por el que todos, incluyéndome, habríamos pasado esa mañana para elegir nuestro look de viernes otoñal con pronósticos veraniegos. Lucas llega pocos minutos después y mientras nos dirigimos a una sala con menos ruido ambiental, me pregunto si él habrá pasado por la misma confusión que los demás o si simplemente su estilo es naturalmente messy-cool. Lleva un gorro beanie y chamarra. Pienso si no tiene calor.
Lucas creció en una familia inmersa a profundidad en las artes y el deporte. Su madre, Eva, es cantante, y su padre, Daniel, es un exfutbolista profesional, por lo que preguntarle sobre sus afinidades hacia otros campos me pareció la manera más natural de iniciar nuestra conversación.
- Amo la fotografía y el dibujo. Son mis otras dos pasiones. Siempre es principal. A mí me encanta la foto y colecciono cámaras antiguas como Rolleiflex y Canons viejas de los años 50.