No estoy sólido emocionalmente”, nos dice a las diez de la mañana, nada más encontrarnos para confesarse con esta revista. Su teléfono suena sin descanso. “Es el obituario...”, me revela con sorna. Paolo Vasile (Roma, 1953) se refiere así al chorreo de mensajes que le recuerdan que va a abandonar su casa, Mediaset España, tras 24 años como consejero delegado. 60 horas antes, el antropólogo insistente, agobiante, hiperactivo e insatisfecho –lo dice él– rompía a llorar sorprendido por su familia y más de centenar de sus “gladiadores” en una fiesta homenaje en Madrid. En esta entrevista, a un mes de irse de España, más emotividad de lo previsto y solo una respuesta breve. ¿La audiencia le ha dado la felicidad? “Sí”.
ESQUIRE: 3.500 millones de beneficios y 17 años de liderazgo. ¿Cuál ha sido su mayor acierto?
PAOLO VASILE: Para empezar no son 3.500 creo que son 3.700... El punto de inflexión estuvo en la introducción del reality. Fue una decisión entre valiente e inconsciente. Hasta entonces habíamos reproducido la realidad. Luego hicimos un experimento sociológico.
Siempre ha dicho que “al público no hay que educarlo, hay que quererlo”. ¿Es incompatible instruir con entretener?