Un día después de celebrar el Año Nuevo de 1902, en la capital de México seguían los festejos. El motivo era la colocación de la primera piedra de la Columna de la Independencia por parte del presidente Porfirio Díaz. Fue por ello que, aquella gélida mañana del 2 de enero, miembros de la élite mexicana y extranjera se reunieron en una de las glorietas de Paseo de la Reforma para atestiguar el acto con el cual daría inicio la construcción del monumento dedicado los próceres independentistas.
Según la crónica de “lo más conmovedor de la ceremonia fue el momento en que el general Porfirio Díaz, con la cucharilla de plata y y una lira peruana que depositó el ministro de Perú”, describe la historiadora Alicia Sánchez Mejorada de Gil.