“Volar no es un camino de rosas, pero por la diversión vale la pena el precio”.
Edwin Stanton Earhart era un abogado de empresas de ferrocarril que conoció a Amy Otis en una fiesta. Y fue Mark, el hermano de Amy, quien los presentó. Pasaron cinco años antes de que Edwin pudiera ganar 55 dólares mensuales, condición que puso el padre de Amy para darle su mano.
—Como regalo de bodas, nuestros padres le amueblaron la casa a Amy y mi padre le compró a Edwin una colección de libros para su biblioteca —comentó una vez Mark sobre su querida hermana.
El matrimonio iba viento en popa y el 24 de julio de 1897 Amy dio a luz a Amelia Mary Earhart. Dos años y medio más tarde nació Muriel. Amelia y Muriel, más que hermanas, ¡eran las mejores amigas y cómplices en todas sus travesuras!
Durante el invierno, la pequeña Amelia solía deslizarse trineo abajo por las colinas heladas de Kansas, acostada sobre su estómago.
—Así el viaje era más rápido y emocionante —dijo ella en una ocasión.
Pero un día no pudo detener el trineo ¡y poco faltó para que tuviera un accidente! Ella ni siquiera se asustó, aunque Muriel sí palideció. No obstante, su hermana le dijo:
—No contemos esto en casa o no nos dejarán salir más.
La gente pensaba que