Muchos lectores seguramente recuerden las vicisitudes que tiene que pasar Matt Damon, el famoso actor protagonista de la película Marte (The Martian, Ridley Scott, 2015), cuando trata de cultivar patatas en Marte, para sobrevivir en el planeta rojo tras una tormenta de polvo en la que pierde a sus compañeros de expedición. De acuerdo con el libro que inspiró la película, su autor Andy Weir se asesoró con expertos de la NASA sobre cuestiones científico-técnicas. Hay que decir que algunos aspectos agronómicos son acertados. Sin embargo, hay otros, importantes, que son obviados y también algún error de cálculo que, con toda seguridad, habría matado de hambre al bueno de Matt antes de su rescate.
La idea de cultivar plantas en Marte o en otros lugares fuera de la Tierra no es nueva y es uno de los retos a los que va a enfrentarse la humanidad en el futuro, tanto para misiones tripuladas de larga duración, caso del posible viaje tripulado a Marte previsto por la NASA para 2030, como para establecer asentamientos permanentes en el espacio. Las plantas no solo proporcionan alimento fresco, sino que también generan oxígeno y otros bienes menos tangibles, como bienestar psicológico. Sin embargo, cultivar plantas en el espacio no es una tarea fácil puesto que hay que solventar numerosas dificultades, muchas de las cuales se están investigando desde hace tiempo por organizaciones como la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea), el CIP (Centro Internacional de la Papa) y otras. Prueba de ese interés son proyectos como