Vas a toda prisa por la calle sumido en tus pensamientos cuando te envuelve un delicioso olor a pan recién hecho con parmesano y orégano. Tus glándulas salivales comienzan a trabajar. ¡Qué hambre! Pero ¿de dónde viene? Justo al doblar la esquina, lo ves: una franquicia de bocadillos y tentempiés para viandantes. Quizá te resulte irresistible entrar a comprar algo o igual vas con demasiada prisa, pero lo que es seguro es que ese olor se te ha quedado grabado en el inconsciente. La próxima vez, lo reconocerás al instante y tu cerebro sabrá que hay un Subway cerca.
Lo que igual no sabes es que, en realidad, no era pan de queso y orégano recién sacado del horno lo que producía ese olor, sino una fragancia artificial diseñada por esa cadena de restaurantes de comida rápida para fidelizar y atraer a sus clientes, conveniente y profusamente esparcida por el aire desde la entrada del local con un difusor camuflado. Es lo que, en términos de marketing, se conoce como odotipo. Como explica a MUY Bárbara Plazas, psicóloga especializada en neurología del olfato, «es la firma olfativa de una marca, una composición de distintas fragancias que forman juntas una fragancia única e irrepetible. Un olor propio por el que será reconocida y por el que se la recordará».
aromático para una marca — en inglés—. Es, según los expertos, tan importante como el logotipo o los colores corporativos. Es lo que hace que reconozcas, aunque sea inconscientemente, el hotel en el que siempre te alojas, tu tienda de ropa favorita o, incluso, los coches de cierta marca. Es la razón por la que todos los productos Apple recién comprados huelen igual cuando los sacamos de su caja. Y los BMW, las tiendas de Stradivarius, los Subway y las zapatillas Nike —estas últimas, a «una suela de goma arañando la hierba y el