El día que Donald Trump se fue de la Casa Blanca tenía una deuda de US$ 900 millones, que vencía en los próximos cuatro años. Resolver el tema de los préstamos hubiese sido una tarea ardua para cualquier empresa, pero la Organización Trump tenía que ocuparse de otro problema. El Deutsche Bank, entidad con la cual tenía una larga relación, quería cortar su vínculo con el magnate. Tras los hechos del 6 de enero de 2021, otras dos instituciones financieras, el Signature Bank y el Professional Bank, empezaron a correr la voz de que querían dejar de hacer negocios con él. Como si fuera poco, el fiscal del distrito de Manhattan estaba a punto de acusar a la Organización Trump de una serie de crímenes financieros, incluyendo falsificación de expedientes comerciales, conspiración y fraude.
Poco después, varias personas empezaron a proclamar el fin de una era. “La imputación de la Organización Trump probablemente resulte en la destrucción de la viabilidad de esta entidad”, tuiteó el exfiscal federal del distrito sur de Nueva York, Richard Signorelli, en junio de 2021. “Ningún banco querrá hacer negocios con una compañía imputada” dijo Dan Goldman, exfiscal que fue asesor legal principal en el primer juicio político contra Trump, en el canal MSNBC. También se refirió a la acusación como “un golpe casi mortal”.
Todas estas predicciones resultaron estar muy equivocadas. En los últimos 15 meses, la Organización Trump logró refinanciar casi toda su deuda de US$ 900 millones que estaba por vencer. Aunque estaba bajo investigación judicial, Trump dijo que era “una caza de brujas política de los demócratas