Por eso, la perspectiva hacia un gobierno mundial dirigido por organizaciones corruptas (o con gravísimos conflictos de intereses) como la OMS o por empresarios de colmillo afilado, como el foro de Davos, nos mueve a seguir publicando textos que puedan poner en duda lo que nos cuentan.
Los lectores habituales sabéis bien hasta qué punto hemos defendido las teorías sobre el cambio climático. Ver como se deshielan los grandes glaciares no es discutible. En cambio, lo que sí que es discutible son las medidas hacia las que pretenden encaminarnos con las que nos quieren atemorizar o culpabilizar a la población. El llamado «gobierno mundial», que aparece en el horizonte, esconde pretensiones de régimen autoritario. Lo de llevar una mascarilla por obligación es solo un primer ensayo.
Se trate de vacunas o de cambio climático (según sus «informaciones») las personas que cuestionan, con argumentos científicos, la versión oficial, son «terraplanistas». Sería tanto como calificar de «tragacionistas» a todas las personas que creen en las «verdades» oficiales. Unas verdades que, recordémoslo, no admiten debate, ni concurrencia científica, ni discusión alguna.
Así pues, seguimos con más textos relacionados con estas cuestiones. El primero de ellos, del biólogo y documentalista Fernando López-Mirones, cuyo excelente libro, Yo, negacionista (Arcopress) es muy ameno de leer. Amplía las informaciones acerca de cómo empezaron los acontecimientos que nos han llevado a esta situación y que podéis encontrar en los números 501 («Cómo los Rockefeller eliminaron la medicina natural») y 513 («El informe Flexner»).
DIOSES DE LA SALUD
«La medicina ha avanzado tanto en los últimos tiempos que ya todos estamos enfermos»
Aldous Huxley
Estos experimentos [el autor se refiere a las pruebas en laboratorios con virus y similares que darían lugar a Covid-19] comenzaron hace más de una década. Desde que yo era estudiante de Biología en la Universidad Complutense de Madrid, leyendo a Michael Crichton (autor de o a Richard Preston (autor de , novela sobre enfermedades infecciosas), me preguntaba por qué las grandes potencias se
