EN AUTOBELLO MADRID 2013 hubo mucho nivel de Ferrari, incluyendo F40, F50, un Enzo amarillo y hasta un 250 GT Ellena clásico. Pero la estrella indiscutible del evento fue el Pagani Zonda F naranja, propiedad del argentino Jorge Gómez. Cuando recibió la Copa de Oro nos dijo: “Mi primer coche solo giraba hacia un lado, y mi primera casa tenía el techo de chapa. Yo vengo desde muy abajo, y no lo olvido”. Yo tampoco olvidaré a aquel tipo, porque gracias a él pude conducir un Pagani y vivir mi mejor experiencia al volante. Unos días antes del evento, el gran Mario Guarnleri llamó a nuestro director para proponerle algo. Uno de sus clientes, propietario de un Zonda, quería subirlo a Madrid desde Málaga, y pensó que quizá estaríamos interesados en conducirlo para contarlo en la revista. Cuando Emilio me preguntó si me apetecía pensé: “es como si Beyoncé me pidiera que le aplicase bronceador”.
Un AVE, un en su juventud, trabajó en BMW, y hoy es un experto en clásicos y deportivos a nivel mundial. Lo que me dijo fue breve pero certero: “Es un coche sencillo, no tiene complicaciones”, y es verdad. Es gloriosamente sencillo. Nada menos que un Pagani Zonda F de 2008 (chasis n° 91), naranja y con un Batman en el morro. Había visto el Pagani en el Salón de Ginebra pero no me había sentado. ¿Se acuerdan de la canción que suena cuando Ferris Bueller se sube al Ferrari 250 GT California? “Oohh yeeaaah…”, pues yo la escuché en mi cabeza. Casi todo lo que te rodea en el habitáculo es fibra de carbono, con un cuidado de los detalles que hace parecer barato a cualquier otro deportivo italiano. Y de hecho eran “baratos”, porque con lo que costaba un Zonda nuevo, aproximadamente un millón de euros, te podías comprar los cuatro modelos que comercializaba Ferrari en 2013. Llevo unas zapatillas de suela fina y al principio me resulta raro pisar el embrague (el cambio es manual de seis marchas) y el freno, porque son redondos, como esferas achatadas. Tiempo después supe que era un guiño de Pagani al Ford A, ya que en su infancia yjuventud fue un gran admirador de los coches americanos. Cualquier Pagani es como una escultura, como un reloj con en el que podrías pasar horas escudriñando cada detalle, admirando cada soldadura. Al abrir el enorme capó de carbono puedo ver el 7.3 V12 AMG atmosférico, que rinde 650 CV a 6.150 revoluciones. Antes de comenzar mi viaje observo que las piezas de fibra de carbono están peligrosamente cerca del suelo, tanto en el morro como en la parte de atrás. Por eso pregunto si hay un mando para levantar la suspensión delantera. Botón en el cuadro de mandos: luz roja morro levantado, verde bajado. También hay un botón para desconectar el control de tracción (ASR), pero no tiene control de estabilidad. Me da lo mismo, porque con el asfalto seco y los neumáticos que lleva, habría que conducir como un salvaje para necesitar la estabilización electrónica.