SABOR ATLÁNTICO
n esta región del departamento del Loira no te vas a encontrar arquitecturas palaciegas ni historias sobre reinas y reyes. El Loira Atlántico huele a algas y a sal, a fabulosas leyendas de pescadores, pueblos de cuento, marismas en las que perderse y una gastronomía a la que mira de reojo la Francia continental. Aquí son capaces de convertir en manjar sus patatas-mini, esas que se crían en solo 48 días y que saben a mar, además de que pueden enorgullecerse de tener algunos de los mejores criaderos de ostras del mundo y esperar pacientes tres años a que estén en su punto para servirlas a la mesa. Para disfrutar de esta región, basta con volar a Nantes, la ciudad que vio nacer a), en el centro histórico del pueblo. Son especialistas en langosta, y la cocinan de todas las maneras que tu imaginación alcance. Y si te alojas en el hotel Ancre Marine (), podrás escuchar todo tipo de pájaros nocturnos en las terrazas de sus habitaciones y pasarte por su antes del desayuno. A la mañana siguiente, dirígete al noroeste de la isla, al puerto de l’Herbaudière, y date un capricho en el dos estrellas Michelin (la primera en 2007 y la segunda en 2013) La Marine, el templo de Alexandre Couillon (), que marida como nadie verduras y pescados. O como mínimo, en la tienda que encontrarás al lado, Le Petit Couillon, donde te debatirás entre la mostaza a la salicornia, el alga terrestre de moda, y cualquiera de sus decenas de mermeladas. Al salir de la isla, si la lengua de tierra ha desaparecido, haz tiempo degustando un centollo, unas ostras o unas almejas que no necesitan más aderezo que el vapor en Le Pilotis (La nouvelle Brille, La Guérinière), que descansa sobre estacas de madera para albergar un criadero de langostinos. Pregunta por Melanie Francheteau, su directora, que te hará su propuesta del día.
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