PODER DE ATRACCIÓN
l imperativo, aunque a ritmo de inocentes y risueños acordes de música de Broadway, era categórico: «¡Piensa en rosa!». Lo exclamaba Kay Thompson durante el número inicial de la película en 1957, donde interpretaba a la directora de una revista de moda que defendía vehementemente al susodicho color como el absoluto protagonista en los armarios femeninos. La cantinela, que ya forma parte del imaginario popular colectivo, pareció resonar de nuevo en las cabezas de los asistentes al desfile de Otoño/Invierno 2022-23 de Valentino. En él, su director creativo, Pierpaolo Piccioli, mostrados a un único color de pies a cabeza (modelos masculinos incluidos): un tono específicamente vívido de fucsia que vibra en la retina, creado por el Pantone Color Institute en exclusiva para la casa italiana, bautizado como No contento con esto, todo el espacio que albergaba la pasarela también se tiñó de rosa, viralizando al instante el evento y encumbrándolo como el recurso cromático omnipresente para la temporada venidera, al que se le añade además un discurso semántico que entronca con el momento actual. Históricamente, el rosa ha demostrado ser uno de los colores más emocionalmente evocadores y controvertidos de todo el espectro. Su iteración más deslumbrante, denominado fue popularizado por la modista italiana Elsa Schiaparelli, quien hizo del magenta intenso su color característico en 1937, asegurando así que sus diseños posteriores destacaran contra las paletas austeras de los años cuarenta, que arrastraban una astenia estilística comprensible durante la posguerra. Décadas más tarde, otros movimientos sociopolíticos en Occidente volverían a abrazar el color, cuando por ejemplo los gorros de lana de color rosa, conocidos como se convirtieron en un símbolo de la Marcha de las Mujeres de 2017, un movimiento de protesta mundial contra el presidente Trump. Entre medias, los vaivenes a los que se ha visto sometido el rosa no pueden ser equiparados a los experimentados por ningún otro color. Quien mejor puede expresarlo es la historiadora de moda estadounidense Valerie Steele, directora del Museo Fashion Institute of Technology en Nueva York, quien en 2018 comisionó la exposición (Rosa: la historia de un color punk, bonito y poderoso). A través de casi un centenar de prendas creadas entre el siglo XVIII y nuestros días, la muestra corregía los conceptos erróneos más popularizados, alentaba a los espectadores a cuestionar los estereotipos y demostraba que «no hay una verdad transcultural sobre el color; no es que el rosa siempre implique romance y feminidad, significa lo que sea que la sociedad diga en cada momento», afirma Steele.
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