ya le ha caído, desde la gracia de la calle, el apodo de Carlos Tintero, recogiendo su episodio de cabreo ante el tintero de firmar. Pudiera ser una anécdota de todos estos días de funeral de Netflix pero apuntan quienes saben que ese carácter crispado, tirando a clasista, es algo habitual en el reciente rey. El gesto no ha gustado, en las multitudes, aunque se hagan chistes. Mal empezamos, porque la popularidad no le avala, ante el hijo, y no digamos ante la popularidad sideral de la madre difunta, que es algo así como la abuela del mundo. Habrá que darle tiempo al tiempo, obviamente, que es como decir tiempo al rey, para que se avale cordial entre la gente, o bien descarrile de nuevo, por su mal humor, o por su natural desdeñoso. Los gestos de cariño que ha derrochado, entre los congregados en los fastos funerales, no son una improvisación. Convienen. Hay que mejorar una imagen que él mismo se ha buscado.
Yo opino
Sep 21, 2022
1 minuto
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