A los coletazos de la pandemia en los mercados internacionales se sumó una guerra cuyas batallas parecen lejanas pero el impacto pega de cerca. Volatilidad en los valores de las commodities, incremento en el precio de la energía y bolsas globales que también sufren las consecuencias de la inestabilidad global alteran a la economía local. A todo esto, la Argentina debe sumar sus propios condimentos internos –inflación, cumplimiento del acuerdo con el FMI, déficit fiscal–, que deberá afrontar para sortear una posible “tormenta perfecta”. En este contexto, entender dónde invertir y refugiarse es un desafío mayúsculo.
Una de las incógnitas más importantes es la creciente suba de precios. Pese a que Alberto Fernández habló de la “guerra contra la inflación”, pocas semanas después bancos y consultoras subieron sus pronósticos respecto del número que se registrará este año. De acuerdo con el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA, llegará a casi el 60% en 2022. El exviceministro de Economía y titular de la Consultora PxQ, Emmanuel Álvarez Agis, asegura que “el país volvió a niveles de actividad parecidos a los de 2018 o 2013, pero con un poder adquisitivo un 20% más bajo. La torta está distribuida de manera distinta y esto se agudiza cuando la inflación es