España lleva tiempo metida en una carrera de fondo por la excelencia hotelera que cada vez ve más cerca la meta. Tras tener que reducir su ritmo y actividad a marchas forzadas, muchos han sabido convertir la crisis en oportunidad; oportunidad para seguir siendo referente y preferencia a la hora de alojar no sólo a turistas que se aventuran de nuevas, si no a sus propios vecinos que han sabido mirar para casa y encontrar un segundo hogar en su ciudad; oportunidad para reforzar su oferta gastronómica –un denominador común en el que un gran porcentaje de hoteles ya concibe no sólo como un valor añadido, sino como un
