Miguel Herrán, actor de la serie La Casa de Papel, publicó este texto en 2019 en su perfil de Instagram para acompañar a un vídeo en el que se le veía llorando: «Podría subir mil fotos chulísimas que he ido recopilando para alimentar esta máquina de mentir que es Instagram. Podría inflar mi ego y llenar mi vacío conlikes… ¡pero hoy no! Hoy he decidido regalaros una parte sincera de mí… no voy a entrar en detalle de qué es lo que me pasa, porque ni yo mismo lo sé. Pero esto de aquí soy yo. Sin filtros, sin edulcorante y sin mentiras». Es solo un nombre de la larga lista de famosos que ha confesado abiertamente sus problemas de salud mental en Twitter o Instagram, que va desde los también actores Brad Pitt o Jim Carrey a la escritora J. K. Rowling, la cantante Selena Gómez o las modelos Cara Delevingne y Bella Hadid. A ellos se suman millones de pacientes anónimos que igualmente utilizan internet para hablar acerca de sus experiencias en torno a las enfermedades mentales.
El hecho de que las personas hagan públicas sus experiencias íntimas, no solo en salud mental, sino también en otros ámbitos, no es nuevo. En el caso de personajes populares, pensemos en autobiografías o entrevistas en medios de comunicación. Luego, la revolución de internet trajo consigo los blogs y los foros sociales, en los que podían encontrarse bitácoras y entradas de cualquier persona, anónima o no, sobre cualquier asunto, enfermedades mentales incluidas. El siguiente paso fueron las redes sociales.
Internet y dichas redes han creado una nueva forma de comunicarnos y relacionarnos. Han revolucionado nuestra vida cotidiana aportando nuevas vías de socialización, actividades de ocio, de aprendizaje, información, comercio, trabajo… Lo hacemos todo en internet, ya sea navegando en webs
