Luego de seis meses de gira por la Commonwealth en 1954, Isabel II llegó a puerto y fue recibida por cientos de ciudadanos que buscaban darle la bienvenida, entre ellos estaban sus dos hijos, los príncipes Carlos y Ana, de cinco y tres años respectivamente. En aquel momento, y contrario al instinto materno, ante el cual quizá se esperaba que la soberana corriera a los brazos de sus pequeños, que para entonces tenían medio año sin verla, ella se limitó a estrechar sus manos como si fueran dos súbditos más. La anécdota anterior es un claro ejemplo del tipo de relación que existía entre ella y sus hijos.
“Posiblemente, Carlos tuvo muchas dudas sobre cómo debía ser una relación natural entre madre e hijo”, comentó en una ocasión Martin Charteris, ex secretaria particular de la monarca. Ni mencionar al difunto príncipe Felipe de Edimburgo, que era sumamente seco y autoritario con sus hijos.
Hoy, las cosas en palacio han cambiado, y hay que decirlo, la princesa Diana tuvo mucho qué ver. Conocida por ser la primer