La primera persona en mencionar a los nabateos fue, que sepamos, un historiador griego llamado Diódoro Sículo en su Bibliotheca históricas, una enciclopedia de 40 volúmenes que publicó en algún momento del siglo I a.C. Dicha mención hace referencia a un episodio registrado 300 años antes, en el siglo IV a.C., cuando uno de los viejos generales de Alejandro Magno, Antígono Monóftalmos, se embarcó en una campaña militar que le llevó desde Asia Menor, donde había establecido su reino, hasta las puertas de la península del Sinaí. Allí, según dejó escrito uno de sus lugartenientes, Antígono se topó con los habitantes que ocupaban “un territorio sin agua” y que vivían al aire libre, en tiendas, y se dedicaban principalmente a pastorear camellos.
El viejo general alejandrino decidió que aquellos extraños nómadas eran presa fácil y ordenó a 4,000 soldados de infantería y 600 jinetes marchar contra ellos. Sin embargo, el ejército de Antígono fue emboscado por una fuerza que duplicaba su número. “Los 4,000 soldados de infantería fueron masacrados y, de los 600 jinetes sobrevivieron, aunque con heridas, medio centenar”, dejó escrito el lugarteniente. Cuando se enteró de lo sucedido, Antígono decidió lanzar una segunda ofensiva en la que los nuevos 4,000 soldados de a pie se verían acompañados por otros 4,000 jinetes comandados por su hijo Demetrio, un militar