Imaginar un jardín es evocar una versión del Paraíso: un sitio hermoso y apacible. De hecho, la palabra paraíso proviene del latín paradīsus, que significa “jardín”. Bajo esa idea, el jardín por excelencia es el Edén, que Dios creó para Adán y Eva. Según el Libro del Génesis de la Biblia, el Creador hizo crecer ahí árboles de toda especie que daban frutos muy apetitosos, destacando entre ellos el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Aunque este último era el único del cual no debían comer (2:8-16), la pareja primigenia desobedeció al Todopoderoso, ganándose la expulsión del Paraíso (3:1-23).
Otra descripción bíblica de este maravilloso sitio la encontramos en el Libro