Las relaciones diplomáticas entre Japón y Alemania pasaron del odio al amor en la primera mitad del siglo XX. El Imperio del Sol Naciente fue aliado del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial, pero habían sido rivales en la Primera. De hecho, al finalizar la Gran Guerra, Japón se quedó con las colonias de Alemania en Asia. Pero, en los años 30, estos dos países pusieron en marcha sistemas expansivos y antidemocráticos, lo que llevó a un pacto al que se sumó la Italia fascista. Dos de los máximos defensores de la aproximación entre Alemania y Japón en el periodo de entreguerras fueron el oficial del Ejército Imperial nipón Hiroshi Ōshima, que pasó a ser agregado militar y embajador en Berlín, y el ministro de Relaciones Exteriores alemán Joachim von Ribbentrop.
El 8 de diciembre de 1941 (7 de diciembre en Hawái), Japón atacó en el sudeste asiático la base norteamericana de Pearl Harbor. El emperador Hirohito se empeñó en elevar la moral tanto de la tropa como de la población civil, a la que intentaba comprometer con la guerra exaltando los sentimientos nacionales. Asimismo, se inmiscuyó en operaciones militares, presionando al general Hajime Sugiyama (ministro de la Guerra en 1937-1938 y 1944-1945). Diez días después de la rendición de Japón, este Jefe del Estado Mayor se suicidó con cuatro disparos en el pecho. Lo mismo hizo su mujer en el domicilio familiar.
LA INTELIGENCIA ESTADOUNIDENSE
En la batalla de Midway (librada desde el 4 hasta el 7 de junio de 1942) desempeñó un papel decisivo la inteligencia americana. “¿De dónde proceden tantos aviones?”, se