SÁBADO, 31 DE JULIO DE 2021. Caeleb Dressel acaba de conseguir su quinta medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, en el relevo de 4 x 100 estilos. Está rodeado de un pequeño grupo de periodistas. Lleva su oro al cuello y el poderoso torso desnudo. La fenomenal águila calva que repta como una culebra por su desproporcionado hombro izquierdo y el amenazador oso grizzly que ruge desde su bíceps –el cual, por lo general, mantiene a raya a la prensa– están muy callados.
Dressel se lleva de manera compulsiva la mano a la sien derecha, moviendo su pelo corto y todavía húmedo. Todo el mundo espera que se ponga a llorar, como ha hecho después de conseguir las cuatro medallas anteriores. Sin embargo, Caaleb, ya a punto de cumplir 25 años, habla y parece frágil, débil, como tú o yo, no como el supergigante de la natación que es. “Nunca diría esto durante una competición, pero la verdad es que ahora, mirando hacia atrás, es aterrador”, aclara. “Algunas cosas han sido agradables... pero la mayoría de ellas no, no lo fueron. No puedes dormir bien. Estás temblando todo el tiempo. No comes... Estoy muy contento de haber terminado. Por el momento, he acabado con