El “vino argentino” abarca el mapa de casi todo el país: ya son 18 las provincias productoras de esta bebida. Y, si bien la expansión geográfica resulta novedosa, en sus inicios la viticultura local iba mucho más allá de Cuyo. El Censo Nacional de Viñedos, que se realizó en agosto de 1936, registró que en la provincia de Buenos Aires había 2.149 mil hectáreas plantadas con vides, y en Córdoba, 2.155.
“El objetivo era abastecer al mercado local, ya que el costo de traerlo desde la región cuyana encarecía el precio por litro. En esa época, se producía vino en 8 localidades del noreste de Buenos Aires, por un total de casi 2 millones de litros”, cuenta Andrés Galván, responsable de la tienda de vinos naturales Verdevino y asesor enológico del cuadro orgánico de Bodega Gamboa, ubicada en Cardales, a menos de 40 kilómetros de Capital.
Algo similar sucedía en otras zonas. Hacia 1910, en Entre Ríos, había más hectáreas dedicadas al cultivo de la vid (4.874 ha) que a las del trigo. Pero a la naturaleza y a la mano del hombre la política les puso un freno. En 1934, se sancionó la ley 12.137, conocida como Ley Nacional de Vinos, que buscaba frenar la baja