Puede que el nombre de Robert Moses diga poco en este segundo año de pandemia. Tampoco sonaba mucho en sus tiempos, a mediados del siglo xx. Era un burócrata. Un oscuro funcionario técnico. Sin embargo, contadas personas han influido tanto en la imagen que se tiene de las metrópolis dominadas por la cultura del coche. Moses fue, precisamente, el cerebro detrás de “la primera ciudad en la era del automóvil” y el máximo artífice, entre 1924 y 1968, de “la configuración física de la moderna Nueva York”, según el obituario del New York Times.
Capital por esas fechas imitada por las otras de Estados Unidos, Occidente y el mundo, la Gran Manzana adoptó la forma que quiso este personaje, tan poco recordado pese a su inmensa y duradera influencia. Hoy, cuando se busca desmo torizar, reverdecer y rehumanizar las ciudades debido al cambio climático, resulta interesante conocer a uno de los impulsores de todo lo contrario.
Zambullirse en la élite
Robert Moses nació en 1888 en Connecticut, en la misma localidad donde se encuentra la Universidad